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Bioplásticos: Cada vez más rentables y versátiles
 

   Desde su aparición, hace cerca de quince años, se predijo que los bioplásticos generarían una revolución crucial en las tendencias productivas de la industria plástica. Los pasos de ‘animal grande’ que se esperaban están empezando a sentirse.

   Debido al incremento en precio que, en el 2005, tuvieron las resinas convencionales, de entre 30 y 80%, muchas empresas se inclinan por buscar alternativas. Algunos plásticos biodegradables han desarrollado un nivel de madurez que les permite ser competitivos; la brecha en precio que los separaba de las resinas comunes se ha disminuido considerablemente, y materias primas como la caña de azúcar y el almidón son actualmente más económicas que el petróleo. A largo plazo, la productividad y la competitividad tienden a aumentar, y ya se evidencian las primeras aplicaciones concretas y masivas para estos polímeros.

   Los plásticos biodegradables pueden ser fabricados a partir de recursos renovables de origen animal o vegetal, o de recursos fósiles. Las materias primas más comunes son el PLA (ácido poliláctico), y los PHA (poli-hidroxi-alcanoatos). La estructura química es lo que hace a un polímero biodegradable diferenciarse de un polímero convencional, y permite que pueda ser destruido por microorganismos, como hongos y bacterias en ambientes biológicamente activos.

   Aunque las cifras no son oficiales, se estima que el mercado actual de biopolímeros está alrededor de las 250.000 toneladas al año, en el que el consumo de Europa está alrededor de las 50.000 toneladas. De mantenerse el crecimiento continuo que se ha presentado hasta ahora, entorno al 2010, la capacidad global de producción de polímeros biodegradables alcanzaría la marca del millón de toneladas.

Futuro: promesas y desafíos

   La sociedad en general, y en particular la industria plástica, tiene actualmente una peligrosa dependencia del petróleo. Por lo que se hace imperativo desarrollar alternativas a los materiales convencionales. Los bioplásticos se convierten en una interesante solución, particularmente para los países que no cuentan con recursos propios de petróleo, y además reducen sustancialmente la cantidad de emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, para explotar el potencial actual, es necesario invertir varios billones de euros, concretamente en la construcción de grandes plantas de manufactura.

   La propuesta más útil de desarrollo sería la de hacer un uso en cascada de los recursos naturales, de manera que primero tengan una vida útil dentro de una aplicación en la industria plástica o química, como por ejemplo en bioplásticos, y después se conviertan en biocombustibles y bioenergía. Este uso, además, hace que se abra un nuevo camino a la agricultura.

   El soporte a la industria, en este momento, es fundamental; sobretodo para una entrada en el mercado a gran escala. La IBAW estima que aproximadamente el 10% de las áreas de aplicación que los plásticos tienen hoy en día puede ser cubierta con los bioplásticos disponibles actualmente. Para que esto sucediera, sin embargo, sería necesario que hubiera cinco millones de toneladas de biopolímeros en Europa, y actualmente la capacidad de producción alcanza sólo las 300.000 toneladas. El potencial que el sector tiene sólo se alcanzará si se dan las condiciones de inversión necesarias. En Alemania en mayo del 2005 se dio un primer paso favorable hacia la creación de este marco, que consistía en la regulación de empaques, a través de la cual se dio una exención a los bioempaques.

 

crece el número de aplicaciones

   Ya hay fabricantes de teléfonos móviles, computadores y dispositivos de audio y video que han reportado un progreso importante en el uso de biomateriales.

   La compañía Italiana Novamont ofrece el bioplástico Mater-Bi, fabricado a partir de almidones de maíz, trigo y papa. La resina puede inyectarse, extruirse y termoformarse, ha conocido aplicaciones específicas en el área de espumas, productos de higiene, e incluso está siendo aplicado como relleno en llantas de la empresa Goodyear, que dentro de su tecnología Biotred ha desarrollado neumáticos que permiten reducir la resistencia al rodado.

En octubre de 2005, Nestlé Gran Bretaña anunció el uso de una bandeja termoformada fabricada a partir de Plantic, resina basada en almidón y producida por la compañía australiana Plantic Technologies Limited, para el empaquetamiento de sus chocolates “Dairy Box”. La bandeja puede desintegrarse en tres meses cuando se desecha en un relleno sanitario, pero se desintegra por momentos cuando entra en contacto con agua. De acuerdo con la compañía, su uso emplea cerca de 50% menos de energía dentro de todo su ciclo de vida que las alternativas convencionales.

   En el congreso “Electronics Goes Green” (“lo electrónico tiende hacia el verde”), celebrado en Berlín en 2004, se estableció que el 10% de los plásticos que actualmente se emplean en la industria electrónica pueden ser reemplazados por biopolímeros. Mitsubishi y Sony lanzaron en Japón una carcasa para Walkman hecha con polímeros biodegradables. En noviembre de 2004, Pioneer desarrolló un medio
óptico a partir de almidón de maíz. El “bio-disco” tiene un espesor de 1,2 mm, una capacidad de almacenamiento de 25 GB. Sanyo introdujo en 2003 un CD basado en ácido poliláctico (PLA).

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